Félix



Si la educación al margen de la escuela tiene un santo patrón, estamos en la hagiografía correcta.
Félix Rodríguez de la Fuente no ingresó en una institución académica hasta los diez años y medio, pero su corazón no ingresó ni por un solo momento.
Siendo un niño que atrapaba pajaritos en la zona de su pueblo, miro a un halcón y el halcón miró dentro de él, entregándole para su conservación y ejercicio el espíritu de la naturaleza.
En otra ocasión vio un lobo y le miró a los ojos y sucedió lo mismo, que el lobo miró dentro de él y también le transmitió el espíritu de la naturaleza.
Y el de la fuerza y el de la nobleza que había de demostrar para asombro de sus congéneres.
Pongo una foto con un águila real pero su animal era el halcón peregrino, una de las mayores bellezas de la creación, en las que pocos se habían fijado.
Pronto aprendió Félix de las posibilidades asombrosas para el hombre valiente, y ya iba a clase con el halcón peregrino, símbolo de la libertad, en el brazo.
En solitario, y sin duda inspirado por algo más que las musas, rescató los pergaminos olvidados de la cetrería y les dio vida. Ya el monje escribano que había hecho la última copia cinco siglos antes estaba pensando: "este último esfuerzo de mi vida no es inútil, pues algún día llegará alguien...".
Tenía la pasíon de ese alguien que enlazaba con Alfonso X el sabio y con nadie entre medias.
Aquí le pongo en su primera aparición en la tele, que es anterior a la propia tele, aunque todavía no se le oía hablar, desgraciadamente.



A raíz de su aparición como cetrero mayor, le fueron llamando y dado que hablaba mejor que nadie en el país le daban progresivamente más minutos para que dijese lo que quisiera.
De este modo nos transmitía su pasión a los españoles, y su pasión nos transmitía la belleza de las llamadas del ciervo, del piar de los pájaros, de las flores silvestres, y el escalofrío del aullido del lobo.
Hay personas que tienen la oratoria para las cosas grandes. Félix tenía esa oratoria y esa voz y lo que fue es el portavoz de los bosques del solar patrio, el orador de las sierras olvidadas en el país de las sierras olvidadas. Y sobre todo fue el amigo de los animales, en un país en donde los animales no tenían amigos desde el tiempo de los que pintaron las cuevas de Altamira.
De pronto los niños podían ser niños, gracias a Félix.
Según pasaban los programas se iba viendo que aquí teníamos a un jefe de la manada, vinculado a fuerzas totémicas inconmensurables.
Luego vendrían muchos amantes de la naturaleza, y eran amantes porque la naturaleza lo quería así, pero estaban seguros de que su amor era decente e importante gracias a que Félix se lo había dicho. A través de él actuaban sin duda el espíritu de los tiempos y la profundidad de la tierra a la vez.
Su Enciclopedia de la fauna ibérica fue el documento más relevante de aquellos años. Aquello en cuanto colaboraba era un motivo para estar orgulloso del azar de tu nacimiento.
Pronto esta comunidad se extendió hacia el mundo sin lindes.
En algún momento demostró que los halcones librarían de molestias los despegues de los aviones, y ya eso quedó para siempre, de modo que se hizo universal, como la palabra fauna. Sus programas llevaban ya saliendo un tiempo, pero fue con El hombre y la tierra, cuando la cosa se puso psicodélica. La música de Antón García Abril, otro posible jomejcule, colaboraba a ello. La naturaleza se mostraba como el gran y colorido viaje que realmente es:




Su equipo era sólo el de los mejores. Sus seguidores fueron maestros de otros cada uno de ellos y guías de sus manadas. Félix era un manantial del que manaban niños-lobos.

Según se iba haciendo mayor hacía sus programas cada vez más adelantados a su tiempo, y así como en los años 70 hacía programas de los 80, en los 80 hacía programas del siguiente milenio, de éste. La aventura en Canadá es tan bella como las novelas de Jack London que le inspiraron en la infancia y que buscaba repetir, pero en real, en animal, en un Gesamtkunstwerk entrañable.
Aquí el capítulo del trampero, que aunque tiene algunos problemas en el foco de una cámara, me parece muy bonito, con el trampero que es suizo y que está allí por lo mismo que él, siguiendo la luz azul que algún día vieron. Y se hacen amigos.





Y éste iba a ser uno de los últimos. Poco tiempo después, moría.
Para que luego hablen de injusticias.




Y con su muerte comenzó el tiempo de nuestras vidas, en que quisimos principalmente imitar la suya.
Y que nuestros hijos también la pudiesen imitar.








Comentarios

  1. Preciosa entrada, Color nómada, dedicada a esta valiosísima persona. Gracias por traer a Félix por aquí.

    ResponderEliminar
  2. Hola! Somos un grupo de chicas que estamos estudiando pedagogía en la Universidad Complutense de Madrid.
    Estamos llevando a cabo un trabajo centrado en el homeschooling, ya que es una alternativa que nos interesa bastante.
    Investigando hemos dado con vuestro blog y nos ha parecido muy interesante. Nos gustaría saber si podríamos contactar con ustedes para poder elaborar nuestro trabajo con conocimientos de primera mano.
    Os dejamos un correo, esperamos vuestra respuesta. Un saludo.
    mbaldazo@ucm.es

    ResponderEliminar

Publicar un comentario