Tres Metáforas Engañosas

Este es un extracto del libro de John Holt, Learning All the Time (Aprendiendo todo el tiempo) que leí hace muchos años y me gustó mucho. Lo escribió en 1989, pero desgraciadamente, sigue bastante candente.
Lo comparto aquí en el caso que sea de interés para alguna familia empezando o pensando en una educación libre.


Más de lo que damos cuenta, lo que hacemos en nuestras vidas y nuestro trabajo está influido en gran medida por metáforas - imágenes en nuestras mentes sobre como funciona el mundo, o como debería hacerlo. A menudo estas imágenes son más reales que la realidad misma.
La educación reglada está gobernada y dominaba por tres metáforas en particular. Algunos educadores son conscientes en mayor o menor medida de que su trabajo está guiado por estas metáforas, otros no lo son en absoluto, e incluso hay los que enérgicamente niegan dicha influencia. Pero conscientes o no, estas metáforas han determinado y lo siguen determinando de forma decisiva lo que los profesores hacen en la escuela.

La primera metáfora presenta a la educación como una cadena de montaje en una planta de embotellado o fábrica conservera. Por las cintas transportadoras salen filas de envases vacíos de los diversas formas y tamaños. Junto a las cintas hay una serie de mecanismos que llenan de líquido, que controlan empleados de la fábrica. Según pasan los envases, estos trabajadores vierten diversas cantidades de diferentes asignaturas - lectura, ortografía, matemáticas, historia, ciencias - dentro de los envases.
Arriba, la dirección decide cuando los envases deben ser puestos en la cinta, cuanto tiempo deben estar, qué materias se los deben verter, a qué horas y qué se debe hacer cuando los envases con orificios (como botellas de gaseosa) parecen ser más pequeños que los otros, o parecen no tener orificios en absoluto.
Cuando discuto esta metáfora con profesores, muchos se ríen y parece que lo encuentran absurdo. Pero tan solo tenemos que leer las últimas series de propuestas de mejora de la enseñanza para ver la presencia de esta metáfora. En efecto, todos los informes oficiales dicen, debemos tener tantos años de idioma, tantos años de lenguaje, tantos años de matemáticas, tantos años de ciencias. En otras palabras, debemos verter lenguaje en estos envases durante cuatro años, matemáticas durante dos o tres, y así con todo. La presunción es que siempre que se vierte en el envase entrará en él y una vez dentro, allí permanecería.
Nadie parece hacerse le pregunta obvia: ¿cómo sucede que tantos envases, habiéndoles vertido tantas substancias durante tantos años, siguen saliendo vacíos de la fábrica?


A pesar de un siglo que demuestra lo contrario, los educadores se agarran a la idea de que la enseñanza produce aprendizaje, y por lo tanto, cuanto más estudio, más aprendizaje. Ninguno de los informes que he leído, ha suscitado preguntas serias sobre esta presunción. Si los estudiantes no saben lo suficiente, insistimos, es porque no hemos empezado a verter sobre ellos suficientemente pronto (que empiecen a los cuatro años) o no hemos vertido las materias adecuadas, o la cantidad suficiente (endurezcan el programa).

Una segunda metáfora muestra alumnos en una escuela como ratas en una jaula, siendo adiestradas para hacer algún tipo de truco, muy a menudo un truco que ninguna rata en la vida real tendría ningún sentido representar. Aquí se sienta la rata y al otro lado de la jaula hay una figura circular y otra triangular. Si la rata presiona la figura "correcta", la que el investigador quiere que presione, sale un bocado exquisito. Si la rata presiona la figura "incorrecta", la no deseada, recibe una descarga eléctrica.
Según John Goodlad de la Facultad de Educación de la Universidad de California en Los Angeles, esto es lo que casi todos los centros educativos eran a comienzos del siglo, y todavía es la educación hoy; tarea, bocado, descarga. En lugar de bocado y descarga, digamos palo y zanahoria o "refuerzo positivo" y "refuerzo negativo".
Los refuerzos positivos en las escuelas son las sonrisas de los profesores, medallas, sobresalientes, los primeros de clases y al final, conseguir plaza en una universidad de prestigio, buenos empleos, trabajos interesantes, dinero, y éxito.


Los refuerzos negativos son reprimendas, sarcasmo, desprecio, humillación, vergüenza, la risa de los otros alumnos, amenazas de fracaso, de quedarse atrás, de suspender. En el caso de muchos niños pobres, los refuerzos negativos incluyen el castigo físico. Al final de este proceso, está el ingreso en una universidad desprestigiada o ni siquiera eso, malos trabajos o ninguno, trabajos aburridos si los hay, dinero escaso o pobreza absoluta.

La tercera metáfora es, quizás, la más destructiva y peligrosa de todas. Describe una escuela como un hospital psiquiátrico, un centro médico. Colegios, buenos o malos, siempre han funcionado bajo la maravillosamente cómoda regla de que si hay aprendizaje, el colegio tiene todo el mérito ("Si Sabes Leer, Agradéceselo al Profesor") y cuando esto no sucede, los estudiantes tienen la culpa. La culpa se echaba claramente y sin tapujos. En una escuela privada de enseñanza elemental de alto prestigio, un profesor veterano decía lo siguiente: "Si los niños no aprenden lo que les enseñamos, es porque son vagos, desorganizados, o con problemas mentales", y todos salvo algunos pocos estaban de acuerdo.
Más recientemente, sin embargo, los docentes han encontrado otra explicación a la falta de aprendizaje: "problemas de aprendizaje". Esta explicación se puso de moda porque tenía algo para casi todos. Padres de clase media cargado de culpa con hijos que suspendían dejaron de preguntar, "En qué nos hemos equivocado?" Los expertos les decían "No habéis hecho nada mal, a vuestro hijo se le cruzan los cables". Gente irritada exigiendo a los colegios "pónganse manos a la obra y enseñen algo a mi hijo" se les solía decir "lo siento, no podemos hacer nada, tiene problemas de aprendizaje".
Niños con tan solo cinco o seis años, a menudo en los primeros días de clase, se les someten a constantes tests "para averiguar que es lo que sucede." A algunos niños sus profesores incluso les dicen que para eso son los tests. Una parte substancial de la pseudociéncia de la pedagogía está ahora compuesta de listas describiendo estas enfermedades, los tests que supuestamente las diagnostican y las actividades diseñadas para tratarlas pero casi nunca diseñadas para curar. La "investigación" detrás de estas etiquetas es sesgada y no demasiado persuasiva. Hace algunos años, en un gran congreso de especialistas en trastornos de aprendizaje, pregunté si alguien había oído, no hecho, tan sólo oído sobre algún investigación ligada a las llamadas discapacidades perceptuales con estrés. En una audiencia de unos 1.100 personas, se levantaron dos manos. Un hombre me habló entonces, el otro me dijo más tarde, sobre investigaciones que mostraban que cuando los estudiantes con supuestas discapacidades de aprendizaje agudos eran puestos en una situación de relativa ausencia de estrés, sus discapacidades desaparecían pronto.


Nuestra tercera metáfora, como las dos primeras, presenta una imagen falsa de la realidad. Los colegios asumen que los niños no están interesados en aprender y no se les da bien, que no aprenderán a menos que no les quede otro remedio, que no pueden aprender a menos que se les muestre como hacerlo y que el modo para hacerles aprender es dividir el material ordenado en una sucesión de pequeñas tareas que se han de aprender una a una, cada una con su correspondiente bocado o descarga. Y cuando este método no funciona, los colegios dan por sentado que hay algo que no va bien con los niños, algo que tienen que intentar diagnosticar y tratar.


Todas estas presunciones están equivocadas. Si uno empieza desde Chicago para ir a Boston, y piensa que Boston está exactamente al oeste de Chicago, cuanto más lejos vayas, más te alejarás de tu objetivo. Si tus presunciones están equivocadas, tus actos estarán equivocados y cuanto más lo intentas, peor te irá.

Un hecho fácilmente observable es que los niños están ansiosos de dar cuanto más sentido posible del mundo que les rodea y se les da de maravilla, hacerlo como lo hacen los científicos, creando conocimiento desde la experiencia. Los niños observan, se preguntan, encuentran, o hacen y después comprueban las respuestas a las preguntas que ellos se hacen a sí mismos. Cuando no se les impide hacer estas cosas, continúan haciéndolas y lo hacen cada vez mejor.



Por John Holt - "Learning All the Time"("Aprendiendo todo el tiempo")


Publicado en 1.989

Traducción de Juan Carlos Cercadillo Sanz.

Comentarios

  1. Hi Guys, not a bad translation JC and interesting comments Kim. Love the blog, Mom XXX

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  2. Dijo muy bien lo que había que decir, Holt

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